No hay palabras para describir la gesta de Rafa. Es mi decimocuarto artículo hablando de él en París, y se me acaban los adjetivos. Tras explicar las claves de su evolución técnica, prefiero ahora resaltar los atributos de lectura y adaptación claves en su transformación.
En los últimos años, Rafa ha realizado una evolución constante de su juego. Ya era un jugador excelente en defensa. Desde pequeño conseguía entrar en la zona de contraataque e incluso ser ofensivo con su derecha, pero siempre con la premisa de que, una vez conseguido el control de la cancha, debía mantener esa posición y dominar sin dar respiro al rival. Pero siempre con la idea de no fallar o incluso de volver a defender una y otra vez. O las que hiciese falta. El gran cambio llegó cuando su equipo decidió trabajar la defensa más adelantada, desde zona de contraataque y, a la primera, atacar para ganar el punto. Esa era el arma para neutralice a un Novak Djokovic que conseguía dominarle. Este lo sacaba de la defensa y Rafa no podía regresar, volviéndose vulnerable. Jugaba incómodo.
El cambio ha sido sustancial. Ahora, el único tiro que pega desde defensa es el resto. A partir de ahí, mira hacia adelante, midiendo perfectamente la trayectoria de su bola y su profundidad. Sabiendo también que las revoluciones le van a permitir maximizar las trayectorias, como si de un arquitecto se tratase. Golpeando así donde él quiere. Con desplazamientos medidos y un punto de impacto idéntico, bola tras bola, siempre en la parte del arco desde el bote, donde puede empujar, empujar, y volver a empujar.
Este Roland Garros ha sido donde Rafa más ha sacado y voleado. Donde más ha entrado en cancha para reventar el primer tiro. Donde más dejadas ha probado. Donde más winners ha realizado en las cuatro primeras bolas. Donde más ha jugado tal y como se ejercita en pista rápida. Ha sido el más agresivo de todos. El ejemplo claro fue la final del pasado domingo. Rafa ganó los 11 últimos juegos seguidos. Atacaba detrás de sus saques, quitándole la iniciativa a Ruud, que hacía lo que podía cuando era él quien sacaba.
Pobre Ruud. Cuando te viene encima semejante tanda de tiros en presión es como el boxeador que tiene al rival contra las cuerdas y quien se defiende no puede sacar los brazos. Rafa empuja y empuja al rival sin darle respiro. Antes lo hacía con efectos y bolas altas, ahora lo hace con tiros ganadores y dominio total del campo.
Esto que parece tan fácil es lo más complejo que existe en nuestro deporte, ya que primero necesitas entender la longitud de tu tiro para empezar a anticipar. Después tienes que leer la dirección del golpe del contrario antes de impactar. Y ver la profundidad del bote. Sobre todo, si con ese bote de la bola te va a empujar o vas a poder entrarle. Aquí es donde Rafa ha conseguido darle la vuelta y evolucionar más para poder seguir compitiendo. Y cuando compite, sea como sea, encuentra la manera de ganar.
Intentar cambiar tu juego es difícil. Pero crear el hábito solo lo consiguen los superdotados. Siempre resaltamos que la cabeza de Rafa es la mejor. Su físico, aun con esa lesión de tantos años, le pone en un nivel top por su forma de moverse. Tácticamente, ha dado una vuelta de tuerca más. También ha demostrado con creces que es el número uno a nivel técnico. Con todos esos ajustes realizados le podríamos poner en lo alto. Además, es muy destacable su lectura del juego, cómo descifra la geometría de la pista, sus ganas de competir, cómo contrarresta a los jugadores con más tiros… Aunque yo me quedo con el estratega que quiere aprender y adaptarse para seguir disfrutando de su pasión. Rafa está ganando la partida de ser el mejor jugador de todos los tiempos (GOAT), no únicamente en resultados sino en todas las facetas del juego. Levantar esa copa en su jardín, París, lo pone en el pedestal. El resto tendrá que trabajar mucho para quitarlo de ahí.
Y después de todo, aquí estamos. Una final más para Rafael Nadal. Aunque se lesionase el rival, Zverev, que, pobrecito, no se lo merecía, y justo el día que estaba jugando uno de sus mejores partidos en un Slam, pero Rafa, aún no siendo el del otro día con Djokovic, estaba ganando siempre los puntos clave e imponiéndose poco a poco al alemán. Rafa al final terminó haciendo valer su fuerza mental para estar cerca del adversario y en los momentos clave destapar el tarro de las esencias. Más de tres horas de batalla tenística, física y mental, oportunidades para los dos, nivel alto, aunque jugando a esa velocidad es normal también cometer más errores… Una semifinal de las buenas, con nervios, fallos, momentos brillantes, pero también momentos en los que las caras lo decían todo, ambos estaban nerviosos.
Este Nadal es diferente. No sé si por su lesión, por no desgastarse, o porque prefiere ser más agresivo. Durante todo el torneo está jugando y ganando más puntos con su saque, con su segundo tiro de derecha o de revés, con saque y dejada o con saque y volea. El número de puntos en los que se pone a remar y a meter bolas se ha reducido de tal manera que no nos acordamos más del otro Rafa, el que jugaba a porcentajes a desgastar. Y ahí está su magia, poder estar en la final con lo que eran las partes más débiles de su juego, ganando los partidos con lo que los otros hacían mejor. Ahora Rafa está ahí, y dice mucho de él y de su equipo, Carlos, Marc, Francis… Que han trabajado incansablemente para que se defienda mejor con su derecha y ataque mucho más con lo que aparezca. Gran trabajo.
Sabemos que el tenis de tierra ya no existe, los patrones de los jugadores están asentados para jugar en rápida y el tenis actual en tierra es como si jugasen en rápida, quizás alguna dejada más, o no. Alcaraz en Miami acumuló 60 dejadas, en semifinales Rafa llevaba ya 25 y en el torneo unas 70. Pero aquí hay que llevar la iniciativa porque la tierra no te da nada, cada bola se frena y no puedes permitirte un descanso, y Rafa lo tiene muy claro.
Parece que esta transformación es fácil para todo un Rafa Nadal, pero crear todos estos hábitos nuevos en los momentos clave y no cometer errores lo elevan a un nivel superior en el que sorprende a rivales y como antes les destroza su mente porque no se lo esperan.
El domingo es el favorito absoluto para volver a darle una vuelta a todos sus récords, pero lo que tiene más mérito es la evolución de su juego, aún con las dificultades físicas. Ahí está su grandeza: más problemas, más preparación, más trabajo, más valor a los puntos, más ganas de competir, más legado, más historia, y más inspiración.
Sí Rafa, parecía que se habían olvidado todos de ti. No haber ganado en torneos anteriores te ha quitado de quinielas, pero aquí se ha podido ver lo que eres y que contigo siempre hay que contar. Te queda un último paso para tu 14º. Sigue, sigue y sigue. Eres increíble, como el último mohicano, siempre reinventándote y encontrando el camino.
Emilio Sánchez, CEO ES Academy.