Por Emilio Sánchez, CEO y Fundador de Academia Sanchez-Casal.
En Estados Unidos, una de las fechas más esperadas del año es Thanksgiving Day, el día de Acción de Gracias. Después de estar viviendo 7 años aquí, hemos empezado a entender esta tradición y hacerla parte de nosotros. El único problema es que cuando tienes una academia de tenis para niños de 10 a 18 años, la mayoría de ellos tienen la ilusión y el objetivo de competir en el Torneo Eddie Herr, que tiene lugar ese mismo fin de semana en la Academia de IMG. Por lo tanto, cada año tenemos que preparar un grupo de jugadores grande que viajan juntos con nuestro Traveling Team. Este año, además, tuve a dos de mis hijos compitiendo en el torneo: Emilio y Valentina, de 15 y 13 años de edad. Es por eso que, a los jugadores de ASC Florida y a mi familia, se nos hace difícil poder celebrar esta fiesta.
Antes de empezar a hablar sobre su terrible experiencia en IMG, quisiera rebobinar en el tiempo atrás. Treinta y siete –37 años atrás volé por primera vez a los Estados Unidos representando a España en el torneo Orange Bowl. Llegué mucho antes de lo anticipado por lo que fui invitado a participar también en el torneo Eddie Herr. Cogí un bus desde Miami hacia Bradenton y viví una experiencia inolvidable. Competí y me divertí, pero una de las cosas que más recuerdo, fue la presencia y el contacto con Eddie Herr, que para mí era como Papá Noel. El cubría todos los aspectos, conocía a todos los jugadores. Eddie realmente se preocupaba por cada uno de nosotros, que veníamos desde tan lejos. Por el otro lado, obviamente estaba Nick, quien estaba siempre buscando la manera de conectar con todos los jugadores talentosos para convencerlos para que se quedaran entrenando en su academia.
La realidad fue que yo estaba tan impresionado, sobre todo con ellos, que el torneo fue tan especial que hasta recuerdo haber intentado convencer a mis padres para que me enviaran a entrenar allí. Lamentablemente debido a los escasos recursos económicos de mi familia, fue imposible. El señor Eddie Herr fue una persona increíble, él amaba mucho el tenis y creó este increíble evento con todo su amor y su pasión por este deporte.
Ahora, volvamos a la semana pasada. Los chicos fueron con toda la ilusión de asistir a este gran evento. En la fase previa había 128 niños por categoría, por 6 categorías de 12 a 16 años, lo que daba, en total, más de mil jugadores incluyendo los de 18. De las 60 pistas con las que ellos cuentan, solo 33 fueron usadas para jugar el torneo. El registro para el torneo empezó a las 10 de la mañana para los niños menores de 12 años, seguido por el turno de los menores de 14 y finalmente los de 16 años, cuando eran ya las cuatro de la tarde.
El horario de juegos salió ese mismo día a las 10:30 de la noche, dificultando enormemente la planificación. Muchos de los jugadores no jugaban al siguiente día y, aun así, no tenían oportunidad de entrenar a menos que se inscribieran a un campamento de esa academia. Valentina jugó alrededor del mediodía y perdió. Emilio estaba previsto que jugara a las 4 de la tarde pero, aparentemente, los organizadores cometieron un error en el momento de hacer los cuadros, por lo que tuvieron que rehacerlos. Como resultado, pusieron a Emilio a jugar en el último partido y terminó entrando a la pista a las 11:20 de la noche. Cuando hizo la reclamación recibió como repuesta “Tenéis que jugar ahora para poder pasar Acción de Gracias con vuestras familias”. El mismo comentario fue dirigido a dos jugadores más, uno de Méjico y otro de China, a los cuales no les interesaba la celebración de Acción de Gracias, ya que sus padres se encontraban a miles de kilómetros de distancia.
Pusieron a otro jugador de ASC de 14 en la categoría de 16 años, el cual fue finalmente cambiado y remplazado por otro de nuestros jugadores, a quien también habían olvidado incluir en los cuadros. Dirigimos nuestra reclamación a la USTA, ellos culparon a UTR, los cuales nos enviaron a los de IMG y estos a su vez culparon a USTA, cerrándose así el triángulo perfecto. Nuestros entrenadores trataron de ayudar, pero el trato hacia ellos los hizo sentir como si no tuviesen nada que ver con el problema e incapacitándolos para prestar cualquier tipo de ayuda. Esto sucedió en lugar de superar las rivalidades y pensar en los atletas e intentar que se sintieran bien con su experiencia y tuvieran un buen recuerdo del evento y del lugar.
Yo tuve que llamar a la USTA y ellos me dijeron que llamara a IMG. Llame, dejé un mensaje de voz, pero nunca recibí ninguna respuesta. Mi intención era que se dieran cuenta del problema, pero tenían tanto desorden que nunca volvieron a llamar. Estoy triste. Extraño a Eddi Herr y a su espíritu, su manera de cuidar de los niños, de inspirarlos a encaminarse en esta gran carrera y hacer un torneo que quede en su recuerdo como me sucedió a mí. En cambio, hoy vas a esta increíble instalación, pagas $145 para jugar un partido, $15 al día por aparcar a quince minutos de distancia de las instalaciones, y $20 dólares cada comida. Ellos te fuerzan a reservar el hotel por medio de su agencia, teniendo que pagar por lo menos 10 o 20% más del precio normal. Todo ello, al final, te hace sentir como un número más. Qué pena.
Solo quiero recordar que todos somos responsables de levantar esta pasión, amar este deporte y hacer que todos estos chicos, independientemente de sus niveles, llegan allí con un sueño y de hacer que se mantenga vivo este sueño. Mis hijos llegaron a casa diciendo: “Nunca más quiero volver a ese lugar». Para mí, no hay problema pero ¿cuantos niños se sentirán tan decepcionados que hasta dejarán nuestro deporte? Se habla mucho sobre el problema de mantener a los jugadores en competición, y Eddie Herr es solo la punta del iceberg, porque en muchos otros eventos hacen lo mismo: convertir este deporte en un negocio. Aquí es donde realmente necesitamos analizar lo que está sucediendo y la USTA realmente debería mejorar los requisitos para los organizadores.
Todos deberíamos intentar que los torneos se conviertan en una experiencia memorable, que sean mucho más divertidos, ofrezcan pistas para entrenar, tengan un horario bien hecho y ayuden a los niños a disfrutar de las rivalidades para que les encante ser la mejor versión de ellos mismos. Los torneos deberían ser, sobre todo, divertidos y competitivos. Hasta que recuperemos ese espíritu, el espíritu de Eddie Herr que me inspiró a mí y a muchos otros, no resolveremos el problema. No podemos seguir teniendo un ambiente tan terrible para los niños, que deberían disfrutar del viaje y no sufrir debido a la incapacidad de los organizadores. Hasta que encontremos una pirámide que haga que la competición sea divertida y deseable, nos faltaran muchos niños talentosos que elegirán otros deportes que sean más amigables en la competencia y sean más divertidos.
Emilio Sánchez
CEO y Fundador de Academia Sánchez-Casal