Photo credit: ATP Tour
Por Emilio Sanchez, CEO y Fundador de Academia Sánchez-Casal.
El gran día había llegado. Rafa en la final soñada, contra su archirrival. Meses de trabajo para cambiar su juego, para ser más agresivo, habían creado grandes expectativas: un saque más recortado, con mejor grip, más aceleración en el impacto para conseguir mejores direcciones y, sobre todo, más profundidad. A continuación, seguir la jugada metido en la pista y tratar de cerrar espacios con su derecha incluso para poder llegar a volear. Todo el mundo del tenis auguraba una gran batalla, incluso yo creía que sería otra de esas finales épicas que dependería sólo del pilar mental.
Cuando me preguntaban, explicaba mis dudas sobre si Rafa podría mantener ese nivel en esos momentos. Es lo más difícil del tenis: crear un hábito nuevo y usarlo en momentos de tensión contra un rival que te domina. Pero el tenis es muy tenis y este domingo, enfrente, había un jugador al que el juego de Rafa se adapta perfectamente. Incluso en los días en los que juega mal, Novak consigue hacerle daño (imaginemos si, como esta vez, sólo comete nueve errores no forzados).
Hemos de ponernos en perspectiva: Rafa había perdido las últimas siete finales en pista dura; había perdido 27 veces su saque y sólo había roto dos veces en todos esos partidos. La superioridad es aplastante y ahí Djokovic es donde se aprovechó. Los augurios del nuevo saque no le dieron miedo al serbio, porque estamos ante el mejor restador del circuito. Si seguía la jugada y Rafa se quedaba metido dentro de la pista, Djokovic lo sacaba para fuera por el lado del drive. Rafa, en esa posición nueva, no fue capaz de recibir la bola para poder seguir manteniendo la iniciativa. Ya fuera de zona, incluso descolocado, se quedaba corto, y ahí llegaba el mejor repartidor de juego en la actualidad.
Fue un partido claro: Djokovic sacando a Rafa de su zona de confort y zarandeándolo. En cambio, para Rafa era como tener delante un muro. Lo que le sirve prácticamente contra todos los demás, contra Djokovic no le funciona. Últimamente no le hace daño porque se olvida de su patrón natural de juego, el que le hizo ganarle en Nueva York, en 2013: Novak le dominaba inicialmente, pero con el mono puesto y trabajando cada punto conseguía sacarle de su sitio para terminar ganando de forma cómoda. La de este domingo es la peor de las sensaciones: jugar contra alguien que, haciendo lo que haces bien, no funciona y cambiando tu juego, tomas riesgos y cometes más errores.
En todo caso, hemos de felicitar a Rafa y a su equipo. Esa mejoría le ayudará a poder plantar batalla en otras finales. Creo que haber ganado con tanta superioridad todos los sets previos no le benefició; a veces, ganar partidos duros te ayuda a ordenarte y prepararte para esos momentos difíciles contra tus rivales más duros. Y debe tener también memoria: esta superioridad la tenía él con Federer, y los cambios del suizo hicieron que todo se igualase. Hay que perseverar, porque estos cambios le pueden reportar igualar con Nole.
Emilio Sanchez
CEO y Fundador de Academia Sánchez-Casal