Por Eva Pascual, departamento de Marketing, Academia Sánchez-Casal.
Tengo dos hijos adolescentes y deportistas. Ambos compiten en el deporte que han escogido, estudian idiomas y, por supuesto y como prioridad absoluta, van al colegio y atienden a sus obligaciones escolares. Todo ello va en beneficio de su futuro y estoy convencida de que es la mejor formación a todos los niveles que les puedo proporcionar. Pero, sin embargo, no tienen tiempo para nada.
A veces me pregunto si debemos renunciar a algo y valoro los supuestos beneficios de cada una de sus “obligaciones”. Lo primero que me pregunto es ¿qué les aporta practicar deporte a este nivel, con la exigencia que conlleva?
Sabemos que la mayoría de jóvenes deportistas no van a ser deportistas profesionales el día de mañana. Sin embargo, dedicarse a ello de forma seria ahora requiere de muchas horas, de un gran esfuerzo y necesita de la implicación de toda la familia, con largos entrenos, viajes y competiciones que incluso restan días enteros de colegio.
Pero al valorar sus beneficios, la cultura del esfuerzo que les inculca es en lo primero que pienso. En el tesón y la constancia que conlleva la necesidad de establecer rutinas y hacer miles de repeticiones hasta lograr los movimientos exactos de forma automática. En definitiva, estamos hablando de disciplina, de rigor y de capacidad de trabajo. Sin duda, los jóvenes deportistas saben lo que es esforzarse.
Igual de importante es el aprender a gestionar y organizar su tiempo. Justamente tiempo es lo que necesitan para progresar y tiempo es lo que les falta para llegar a todo. Por lo tanto, es imprescindible que aprendan a marcar prioridades, a planificar sus tareas, a administrar correctamente sus recursos, a controlar su ansiedad. Deben convertirse en personas no sólo eficaces sino también eficientes.
Para ello, es imprescindible que aprendan a marcarse objetivos alcanzables. El sentido crítico y la mirada realista a la situación y condicionantes de cada joven deportista debe convivir con el entusiasmo y la determinación para que cada uno pueda alcanzar la mejor versión de uno mismo. Todo ello conlleva otro bloque de grandes beneficios: la autoconfianza, la seguridad en ellos mismos que obtienen del saber que son capaces de marcarse unas metas, de organizar su trabajo y de lograr sus objetivos.
El principal escollo para que logren compaginar todas sus facetas es que los intereses del mundo deportivo y del mundo académico son, en muchas ocasiones, casi antagónicos. Profesores y entrenadores presionan cada uno en su área. Los entrenadores y el deporte en sí mismo exigen, a medida que el deportista progresa, cada vez más y más dedicación. Pero el avance académico de los chicos y chicas requiere también cada vez más tiempo a medida que avanzan cursos en el colegio.
Y ahí es cuando surge la duda: ¿Vale la pena el esfuerzo que realizan para seguir compaginando ambas facetas? En mi opinión, los beneficios del deporte y de la competición son tantos, que rotundamente SÍ, vale la pena.
Justamente, fruto de esta misma reflexión y de la vocación de ayudar a todos los niños y jóvenes a desarrollar su talento en todas las facetas, nació el colegio ES International School.
En ES International School la prioridad es el desarrollo total de la PERSONA, cuidando tanto el crecimiento personal, como académico, como deportivo de sus alumnos. Cuando profesores y entrenadores establecen conjuntamente horarios, tareas, exigencias y tratan de facilitar el ajuste más adecuado para cada uno de sus estudiantes-atletas, los jóvenes son capaces de lograr lo mejor de sí mismos sin renunciar a sus sueños.
Así es como se ayuda en ESIS a forjar jóvenes que aspiran a superarse cada día, que anhelan la perfección pero que son capaces de tener una mirada práctica y realista y, sobre todo, que son capaces de hacer frente al sinfín de adversidades pero también de éxitos que, sin duda, el futuro les depara.
Eva Pascual
Departamento de Marketing, Academia Sánchez-Casal
