Por Emilio Sánchez Vicario, CEO y Fundador de Academia Sánchez-Casal.
# 7 Controla tu respiración para alcanzar tu “Estado Actual” y siempre tómate tu tiempo.
La respiración es un acto involuntario. No estamos pensando en respirar cada vez que lo hacemos. Pero en un contexto deportivo podemos darle un componente voluntario al acto de respirar. Este componente voluntario provocará una respiración más profunda y mejorará el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono y puede ser un factor clave para el éxito de determinadas acciones o para la obtención de la victoria en las competiciones deportivas.
Lo he comentado en muchas ocasiones con Miquel Oca, de nuestro departamento de Ciencias del Deporte. Miquel es un gran aficionado a la escalada y me explicó una anécdota que presenció hace ya tiempo en una de sus salidas.
Hay un ejercicio de escalada que consiste en enfrentarse a una pared y subirla sin parar hasta llegar a arriba. Un escalador de los que le acompañaban se dispuso a realizarlo. Se ató la cuerda a su arnés y miró la pared que quedaba en frente suyo. En el momento en que tocó por primera vez la roca al iniciar la escalada, su cuerpo se tensionó y su respiración se aceleró súbitamente. Hizo el primer paso colgado de la roca, siguió unos pasos más arriba y, al cabo de dos o tres metros, pasó la cuerda por uno de los mosquetones. En ese momento, se le notaba nervioso, su respiración era entrecortada, hiperventilaba y, al final, hizo una apnea hasta que la cuerda quedó colgando del mosquetón. Después, gritó a su compañero que lo estaba asegurando desde abajo que tensara la cuerda y se quedó colgando. Esta misma dinámica se repitió hasta que llegó arriba, cansado y enfadado.
No era una pared difícil, el escalador tenía nivel más que suficiente para lograr subirla sin parar y, sin embargo, no cumplió su objetivo.
Pero hizo un nuevo intento. El segundo intento empezó ya de forma muy distinta. El chico se ató la cuerda, tocó la roca, cerró los ojos, hizo tres respiraciones profundas y empezó a escalar. Sus movimientos eran fluidos, no parecía que luchara, más bien danzaba sobre la pared. Llegó al primer mosquetón y se dispuso a pasar la cuerda, se le oía respirar, sacaba el aire con fuerza, como si quisiera escuchar a su respiración. Consiguió pasar la cuerda y siguió hacia arriba, siempre acompañado del ritmo de su respiración. De vez en cuando, dejaba caer un brazo hacia abajo y lo sacudía a la vez que miraba arriba, hacia el siguiente objetivo. Se le oyó gritar un par o tres de veces, gritos de ánimo cuando el agarre al que estaba sujeto era realmente complicado. Consiguió llegar arriba sin parar, consiguió su objetivo.
¿Qué pasó en el primer intento? ¿Qué le impidió realizar con éxito el ejercicio? Miquel me contó que, desde el primer momento, su amigo escalador sólo podía pensar en la caída que sufriría si cometía algún fallo. Paró en el primer mosquetón y la frustración le impidió afrontar correctamente el resto de la vía. Estuvo nervioso durante todo el recorrido, no controló la respiración y no usó ni un descanso para mirar hacia arriba y marcarse mentalmente los pasos que le quedaban para llegar al siguiente mosquetón. Estuvo desequilibrado en la mayoría de pasos y tuvo que gastar mucha fuerza en todos ellos para no caer.
Fue entonces cuando tomé conciencia por primera vez de la gran similitud existente entre esta situación y los partidos de algunos de nuestros deportistas de la Academia. Ese chico, en el primer intento estaba focalizado en su miedo a la caída, quedó anclado en el primer error que había cometido, no era capaz de tomarse un tiempo para visualizar los siguientes pasos y no tenía ningún control de su respiración.
Estos aspectos son comunes también a otros deportes y, por supuesto, son comunes al tenis. Hay jugadores que son dominados por el miedo a perder o a ganar. Jugadores que cuando les remontan un juego cambian completamente y parece que pierdan todo su talento. Jugadores que cuando fallan una pelota fácil no pueden parar de pensar en porqué la han fallado y en “lo malos” que son por haberla fallado. Jugadores que durante los descansos solo se quejan de lo muy mal que están jugando o de la última decisión del juez árbitro. Jugadores, todos ellos, que no controlan su respiración y no se focalizan en la siguiente acción, sino que mantienen una respiración superficial y acelerada que les provoca precipitación y errores.
Pero en el segundo intento, el escalador supo revertir la situación. Se tomó su tiempo para respirar y visualizar cómo afrontaría la roca que tenía delante. Cuando los agarres eran buenos, seguía respirando, ejecutaba las rutinas que le ayudaban a focalizar su atención y se marcaba un plan para las siguientes acciones. Cuando eran malos se daba ánimos a sí mismo. Durante todas las acciones iba acompasando su respiración a sus pasos y escuchaba su respiración para concentrarse en la actividad y no en sus miedos. Esta actitud lo llevó a superar las dificultades y lograr su objetivo.
Hay un gran paralelismo de esta situación con el tenis. Cuando nuestros jugadores son capaces de controlar la respiración en los momentos clave de los partidos, los escuchamos respirar, hacer inspiraciones profundas y, con la ayuda de las rutinas pautadas, concentrarse en lo que están haciendo y en cómo van a jugar en función del momento y del rival, cuando les vemos acompasar las respiraciones con sus acciones técnicas y tomarse el tiempo necesario para encontrar su “Actual State”, sabemos que todo va a ir bien.
El control del tiempo y la respiración son dos de los hábitos que podemos utilizar para sobreponernos a momentos adversos. Si nuestros deportistas logran hacerlo, pueden ganar o perder pero seguro que estarán aprendiendo y disfrutando del juego. Y, al final, esta es la clave del éxito.
Gracias a Miquel Oca, coautor de este post.
Emilio Sánchez Vicario
CEO y Fundador de Academia Sánchez-Casal